La presentación

Hoy en la biblioteca hay mucha expectación. Darío hablará de Dorotea a sus hijos.

Deberíais verlo, está tan nervioso como un chiquillo. Se ha puesto su mejor traje y parece un pincel.

Los otros ancianos han venido para darle apoyo moral; por lo visto le asusta la perspectiva de contárselo a sus hijos. Cree que tal vez no entiendan esa relación.

¡Tonterías! ¿Cómo no van a hacerlo? Solo tienen que fijarse en lo feliz que está su padre. El amor le ha rejuvenecido.

Y Dorotea es una mujer encantadora. Les caerá bien.

Definitivamente, estarán encantados con la situación. ¡Ya veréis!

Algunos libros, sobre todo los de leyes, no lo tienen tan claro. ¡Qué sabrán esos del amor! Dicen que soy un iluso. Demasiado romántico para la vida real.

¡Ah, acaban de entrar!

El hijo es una versión más joven de Darío, pero se le ve estresado; lleva una Blackberry de la mano y de vez en cuando la mira por si le ha llegado un mensaje.

¡Anda! A la hija ya la conocía. Es una lectora de novela romántica que se divorció hace unos meses. Se la ve cansada.

Se han abrazado y ahora se marchan; parece que tienen prisa. Los otros ancianos comentan que hablaran en una cafetería cerca de aquí.

¡Ojalá no tarden mucho en regresar! Me deshojo de impaciencia por saber qué tal ha ido todo.

Ya os contaré…

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La Revista RománTica´s y San Valentín


Sí, este domingo es San Valentín y por ese motivo la Revista RománTica´s ha sacado un especial de relatos. Yo me enteré hace unos días y enseguida me animé a participar con un microrrelato que espero os guste.

Para descargar todos los relatos pinchad en la fotografía.

Muchas gracias a las responsables de la revista por apoyar a las autoras de novela romántica.


El regalo — Pilar Cabero

Cuando entré en la habitación, desde la cama, Marta me miró con reproche. Tenía buen aspecto. Los médicos me habían asegurado que no había síntomas de rechazo.

—¿Dónde has estado? —me preguntó—. ¡Vaya amigo estás hecho!

—He estado muy ocupado —contesté, tratando de ignorar el dichoso apelativo—. Te he llamado todos los días.

—Lo sé, pero no es lo mismo. —Calló un momento—. He pensado en lo que me dijiste antes de la operación —empezó, sonrojada—. Ya sabes… lo de salir y todo eso… Ahora que no tendré que seguir con las diálisis, creo que podría ser una buena idea.

No pude contestarle nada. Me limité a tomarle de la mano y besar la punta de sus dedos.

—Me siento una egoísta al estar agradecida por este riñón. Alguien ha muerto para que yo lo tuviera —confesó, avergonzada.

—No eres egoísta. No lo pienses, siquiera.

—Ayer escribí una carta de agradecimiento para la familia del donante. El doctor ha prometido entregársela. ¿Crees que la recibirán?

Le sonreí. Deseaba abrazarla.

—Seguro que sí. —Mi mano, como con voluntad propia, palpó el bolsillo y rozó el vendaje que me cubría la zona lumbar, bajo la camisa—. Seguro que la reciben.

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Amor, dulce amor


El amor se palpa en el ambiente. Se nota.

¡¡¡Sí!!! Darío y Dorotea ya no esconden lo que sienten el uno por el otro.

Se les ve compartir el periódico y comentar las noticias. Ahora Darío le ayuda con el crucigrama y hasta con el sudoku. Deberíais verlos. Parecen andar más erguidos y ligeros; como si los años y los huesos no les pesaran nada.

A Dorotea le brillan los ojos cual a adolescente frente a su primer amor. Hasta diría que su cara está menos arrugada. Se la ve hermosa y radiante.

Darío la mira con adoración y busca cualquier excusa para acariciarle las manos. Su trato solícito recuerda a los galanes de las películas en blanco y negro.

¡Da gusto verlos! Se me ablandan las pastas y los caracteres suspiran, emocionados.

Soy un sentimental. No lo puedo evitar.

Mis compañeros de balda me han dicho que los otros ancianos parecen más alegres. Como si el nacimiento de ese amor maduro y algo arrugado, les devolviera a su juventud, perdida y casi olvidada.

En estos días no hay tantas peleas por los diarios; la paciencia comienza a ser la tónica general. ¡Ver para creer!

Ya os lo decía yo. ¡Qué hermoso es el amor!

Hasta otra. Os seguiré contando.

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Pilar Cabero - escritora

Pilar Cabero - escritora
Bienvenida amable lectora y también a ti, lector, a mi humilde casa. Elige un sitio para sentarte y ponte lo más cómodo posible. Sí, ese de ahí está bien. Deja las prisas fuera y disfruta del momento. Puedes quitarte los zapatos y arrellanarte en el sofá. Si tienes paciencia y esperas un poco, pondré algo de música para ambientar. Espero que pases un rato agradable y siéntete como en tu casa.

Puedes escribirme en: correo
Gracias por tu visita.

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