El amor se palpa en el ambiente. Se nota.
¡¡¡Sí!!! Darío y Dorotea ya no esconden lo que sienten el uno por el otro.
Se les ve compartir el periódico y comentar las noticias. Ahora Darío le ayuda con el crucigrama y hasta con el sudoku. Deberíais verlos. Parecen andar más erguidos y ligeros; como si los años y los huesos no les pesaran nada.
A Dorotea le brillan los ojos cual a adolescente frente a su primer amor. Hasta diría que su cara está menos arrugada. Se la ve hermosa y radiante.
Darío la mira con adoración y busca cualquier excusa para acariciarle las manos. Su trato solícito recuerda a los galanes de las películas en blanco y negro.
¡Da gusto verlos! Se me ablandan las pastas y los caracteres suspiran, emocionados.
Soy un sentimental. No lo puedo evitar.
Mis compañeros de balda me han dicho que los otros ancianos parecen más alegres. Como si el nacimiento de ese amor maduro y algo arrugado, les devolviera a su juventud, perdida y casi olvidada.
En estos días no hay tantas peleas por los diarios; la paciencia comienza a ser la tónica general. ¡Ver para creer!
Ya os lo decía yo. ¡Qué hermoso es el amor!
Hasta otra. Os seguiré contando.
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20 comentarios:
El brillo que desprende la mirada de amor auténtico es incomparable a ningún otro. ¡Qué belleza tan grande la de estos libros, Pilar!
Tienes toda la razón, Jo.
Los ojos tienen un brillo especial, que ninguna otra cosa consigue.
Muchas gracias por tu comentario.
Besitos
Qué emoción, qué historia tan tierna la de Darío y su Dorotea... Además, este libro tan romántico lo cuenta con tanto sentimiento!!!
Victoria, es que es muy sensible nuestro librito parlanchín.
Besitos
Precioso, como siempre.
¡Muchas gracias, Noelia!
Besitos
Oye, hija, no es por fastidiar (que también) pero a mí me da la sensación de que lo de Darío y Dorotea es el síndrome pre-San Valentín. Se hacen la corte durante un tiempo, se regalan bombones y peluches en el día señalado y después, de vuelta a las andadas peleándose por el periódico a golpe de bastón.
Ya nos contarás. Un beso
Ay, doña María, no sea tan pesimista.
Vamos a darles un voto de confianza a esta pareja. ¡Quién sabe!
Besitos
¡Cómo me gusta esta historia de Darío y Dorotea! Emocionar, Pilar... ¿Será que me estoy haciendo mayor? ¡jejejeje!
Besos, preciosa.
No sé qué pensar, Ángeles. Según doña María (que sabe mucho), es posible que todo sea por el síndrome pre-San Valentín.
Yo, sinceramente, espero que no sea eso.
Ya se verá.
Besitos
Me ha emocionado, Pilar; se ve que estoy con la lágrima floja últimamente. La fotografía es bellísima.
Besos
Muchas gracias, Amber.
La fotografía la encontre en san Google y me pareció perfecta para la historia.
Besitos
Me ha encantado, Pilar. Ya está bien de creer que los ancianos ni sienten ni padecen por el simple hecho de serlo. Y que conste que no va por ti, ni mucho menos.
Jajajaja, no, May, ya me imagino que no va por mí. Creo que aún me faltan unos años para entrar en la ancianidad.
Pero tienes razón: también sienten.
Besitos
Pilar me encanta esta historia. Se nota que hay sentimientos, cariño, complicidad pero sobre todo amor. Me encanta esa manera unica que tienes de expresar los sentimientos. Una palabra ¡¡emotivo sin duda!!
un beso y haber si me haces el honor y te pasas por el blog de princesa.
¡¡Muchas gracias, Anna!!!
Sí, te debo una visita. Lo haré.
Besitos
Hola!
Esta tarde estoy teniendo suerte, encontrándome blogs agradables, como éste tuyo. Otra escritora,...
Tengo que volver, a ver si se me pega algo.
saludos.
Yuria, vuelve cuando quieras. Estaré encantada de leerte.
Besitos
Pilar, has conseguido con tan pocas líneas transmitir dos palabras que son todo un mundo: amor verdadero.
Eso es lo que se siente al leer tu relato. ¡Felicidades!
Muchas gracias, cielo. De eso se trataba y me alegra saber que lo he conseguido.
Aún no he leído los relatos de las demás. Ya te diré que me ha parecido el tuyo.
Seguro que me gusta.
Besitos
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