Presentación Entre lo dulce y lo amargo

¡Hola!
Mañana día 19 de diciembre a las 19:00h. Ava Campbell, autora de Quédate en mi vida, hará la presentación de Entre lo dulce y lo amargo en La Casa del Libro de Vitoria-Gasteiz.

Si queréis pasar un rato divertido y charlar con nosotras, os esperamos allí.
Un abrazo,



Encuentro digital en El Rincón de la Novela Romántica


La página Web El Rincón de la Novela Romántica ha organizado “Encuentros digitales” con autoras y me han propuesto participar en ellos.
También sortearan dos de mis novelas: Asedio al corazón y Entre lo dulce y lo amargo.
Os dejo el enlace por si queréis entrar:


Muchas gracias por participar. Muchas gracias a El Rincón de la Novela Romántica por ofrecerme esta oportunidad de estar con vosotr@s.
Un beso,

Un amor interrumpido


No os lo vais a creer. Me he pasado varias semanas acumulando polvo y borras de pelusa bajo el sofá de una lectora y… ¡no me importa!
Sí, de verdad.
Todo comenzó hace tres semanas cuando Claudia me sacó de la biblioteca. Una amiga le había recomendado mi lectura y al fin le hizo caso.
De camino a casa nos encontramos con un compañero y antiguo amor de instituto que, a la muerte de su madre, se mudó antes de terminar el curso. Hacía veinte años que Claudia no lo veía, pero a juzgar por el vuelco que dio su corazón, seguía interesada.
Eduardo, algo aturdido, la invitó a tomar un café en un bar cercano y empezaron a contarse lo que les había ocurrido en todos esos años.
Embelesado, yo les escuchaba sin perderme ni un detalle. Se hizo de noche, sin embargo aquellos dos seguían hablando ajenos al tiempo.
Las protestas de sus respectivos estómagos les obligaron a pedir algo para cenar y, entre bocado y bocado, continuaron con el resumen de sus vidas.
Diréis que es extraño que no estuviera quejándome por ser ignorado tanto tiempo; os comprendo. Yo tampoco entiendo mi comportamiento. ¿Estaré perdiendo la tinta? ¿Será la edad?
Quizá fue por las miradas tan tiernas que Eduardo le dedicaba a Claudia o por el modo en que a ella se le sonrojaban las mejillas y le brillaban los ojos al contemplarlo. No sé.
Ya sabéis que soy un romántico incurable. ¡Ah… el amor!
Lo cierto es que mis hojas permanecieron esponjadas y mis caracteres quietos como soldaditos de plomo atentos a todo lo que sucedía entre aquellos dos.
Llegó la hora de cerrar el bar y Eduardo, un caballero, se ofreció a acompañarla a su casa.
No os voy a contar todo lo que sucedió una vez que llegaron allí y Claudia le invitó a subir para tomar un último café.
Sólo os diré que el deseo que había entre ellos crepitaba como las llamas de una fogata y que antes de que ella terminara de colocarme en la mesita de café del salón, Eduardo la estaba besando y yo terminé en el suelo, mudo espectador de una escena digna de la mejor novela romántica de todos los tiempos. Para que luego hablen de fantasías.
Ay, ¿entendéis por qué no me ha importado estar durante esas dos semanas bajo el sofá?
Porque aquello no terminó ahí. ¡Claro que no! Eduardo y Claudia siguen juntos. Recuperan el tiempo perdido desde que se separaron cuando eran adolescentes.
Ella se ha olvidado de mí. ¿Quién no lo hubiera hecho de tener un hombre tan atento, atractivo, atrayente, arrebatador…? (Sí, ya no se me ocurren más adjetivos que empiecen con “a”) Sin embargo, imagino que os haréis a la idea de lo que quiero decir, ¿no?
Cualquier día de estos Claudia recibirá un aviso de la biblioteca para que me entregue, pero hasta entonces, seguiré disfrutando cual voyeur de papel.
Hasta otra y si no nos vemos:
¡¡¡Feliz Navidad y Próspero año 2013!!!

Revista RománTica´S



¡Hola!
Noelia Amarillo me ha hecho una entrevista que se incluye en el nuevo número de la revista RománTica´S. ¡Muchas gracias, guapetona!

Espero que os guste y que disfrutéis con el resto de sus estupendos reportajes.

Revista RománTica´S Nº 21

Un beso

III Encuentro RA


Hola.
Os quiero presentar el programa del III Encuentro RA, que se celebrará el día 9 de febrero del próximo año.
Os dejo el enlace para que podáis verlo y por si os queréis inscribir.

III Encuentro RA

Esta vez participaré en una de las mesas y espero hacerlo bien.
Merche, cielo, cada año te superas.

Un beso,

Asedio al corazón en B de Bolsillo


Soy un desastre, lo sé. Debería haber colgado esta noticia hace días, pero es que hay cierto personaje con hoyuelos que no me deja vivir si no le escucho todo lo que tiene que contar, así que apenas tengo tiempo para nada más.
Aprovecho que se ha quedado dormido tras las emociones del día y os cuento la noticia antes de que se despierte.
El día 7 de este mes ha salido Asedio al corazón en edición de bolsillo. Ha quedado muy bonito, igual que su hermano mayor.
Os dejo los datos:
Páginas: 352
Formato: 12 x 19 cm
ISBN: 978-84-9872-722-7
PVP: 8.00 €
Ay, se ha despertado. Bueno, os dejo que ya me reclama. Un beso.
¡Ya voy, ya voy!
¿Dónde lo habíamos dejado? ¡Ah! Sí...


Entre lo dulce y lo amargo. Prólogo.


¡Ya ha llegado mi gran día! Estoy en las librerías esperando, impaciente, a que me peinéis las hojas y que acariciéis mis caracteres, mientras disfrutáis con mi lectura.
Os dejo el prólogo para que os hagáis una idea de lo que encontraréis dentro de la estupenda portada con la que me han vestido.
Prometo que haré todo lo posible para dejaros con un buen sabor de boca.
Muchas gracias por estar ahí y por vuestro amor a los libros.

Pasajes, Guipúzcoa, 15 de octubre de 1730.
Tiró de las riendas del caballo y desmontó en cuanto se detuvo. Los latidos de su corazón retumbaban con fuerza en los oídos por haber galopado sin parar desde San Sebastián. Temía no llegar a tiempo.
Una multitud se apiñaba en el puerto de Pasajes para despedir al Santa Rosa, el cuarto navío que la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas enviaba a La Guaira. Las voces, llamando a los seres queridos que viajaban en el barco, se solapaban unas con otras en su afán por hacerse oír. Desde la cubierta, los pasajeros saludaban, agitando brazos, sombreros o pañuelos, mientras los marineros, encaramados en las vergas, bregaban con las velas para la inminente partida.
María Aguirre, escondida entre las primeras casas del pueblo, rumiaba su furia contra Samuel Boudreaux, sin decidirse entre dejarse ver y despedir a su amado en el puerto o mantenerse oculta, negándose a sí misma y a él la posibilidad de verse una vez más.
No podía creerlo. ¿Por qué no le hacía caso? ¿Por qué seguía insistiendo en marcharse?
María apretó las riendas como si fuera a exprimirlas. Apoyó la frente contra el sudoroso cuello del caballo y se dejó llevar por los recuerdos de la tarde anterior.
Habían salido a pasear por la orilla del río. Por ser el último día, maese Sebastián les había dado fiesta en la confitería y ella quería aprovecharlo para tratar, una vez más, de convencer a Samuel de que no se fuera.
—¿No lo entiendes? ¡Es una oportunidad! —le había dicho él, con los ojos brillantes de expectación. Toda su alegría era un tormento para ella—. Te he dicho en muchas ocasiones que debería haber ido en julio, cuando partieron los primeros barcos. Imagina, allí podré aprender muchas cosas más sobre el cacao, sobre la confitería…
—Y yo te he repetido hasta la saciedad que sabes lo suficiente, Samuel. Hasta maese Sebastián dice que tienes un don para el oficio —le recordó, abatida, mirando un grupo de patos que nadaban contracorriente. Lo habían discutido casi cada día, desde que él decidió embarcarse para el Nuevo Mundo, con idéntico resultado: él se marchaba y no había nada que lo disuadiera de su deseo.
—¿Y de qué me sirve si no tengo confitería? —protestó, enfurruñado, las manos en la cadera—. ¿Por qué seguimos con esto? ¿Acaso no lo hemos hablado hasta el hartazgo? Es la última tarde que estaremos juntos. —Se sentó en el suelo, junto a ella—. Por favor, no discutamos más.
—Maese Dionisio es muy mayor —comentó, como si no le hubiera oído. Era su postrera oportunidad de hacerle cambiar de idea—. Ninguno de sus hijos ha querido seguir sus pasos y tienen negocios propios. Cuando él fallezca o no pueda seguir, el Gremio de Confiteros y Cereros seguro que te dará a ti su tienda.
Samuel bufó y se pasó la mano por la cara.
—Para eso pueden pasar años, María. Yo no quiero esperar. Quizá pueda montar mi propio negocio allá, en aquellas tierras. ¿Te imaginas? —Otra vez esa mirada soñadora—. Tú podrías ir allí y nos casaríamos… ¡Sería estupendo!
—¿Y dejar nuestra tierra? —musitó, pasando las manos por las hojas doradas que cubrían el suelo. No lo había pensado.
—¿Por qué no? Dicen que allá el tiempo es muy cálido… Estaremos juntos, como siempre hemos querido —añadió, tomándole de las manos con cariño. Él las tenía calientes, mientras que las de ella eran como dos témpanos de hielo—. Sólo tienes que esperar a que te avise. No creo que sea mucho tiempo. —Se las frotó con suavidad para calentárselas.
Quería creerle. Deseaba tener la paciencia suficiente para esperar, pero la idea la llenaba de desasosiego. No quería llorar, aunque las lágrimas le escocían en los ojos, amenazando con desbordarse de un momento a otro. Cada vez que debatían ese tema, siempre terminaba llorando; estaba harta.
—Pasarán meses hasta que podamos ponernos en contacto. —Se soltó de sus manos y se levantó antes de abrazarse a sí misma, dándole la espalda—. Este es el último navío que parte para el Nuevo Mundo. Hasta la primavera no habrá otros. Para cuando tú escribas, yo reciba la carta y… ¡Pasará un año o más! ¿No lo entiendes? ¡Es mucho tiempo! Pueden pasar muchas cosas ¡Un naufragio!
Le oyó levantarse, pero no se volvió. Pese a que la tarde otoñal no era muy fresca, ella estaba helada. Se arrebujó mejor en el chal, buscando un poco de calidez que alejara el frío instalado en su interior, sin lograrlo.
—Deja de pensar en eso. Ya lo hemos hablado: no voy a naufragar. No pasará nada malo. No para nosotros, amor. Nos queremos. Podemos esperar —aseguró Samuel, convencido. Luego se acercó y la hizo girar para verle la cara—. Yo te esperaré. ¿Me prometes que tú harás lo mismo? —preguntó, sujetándole la barbilla con suavidad.
María miró aquellos ojos, tan oscuros como el chocolate, debatiéndose entre asentir o negar la promesa. No quería que se fuera. ¡Virgen Santa! No podría soportar tanto tiempo lejos de él. Desde que se conocieron, de niños, nunca habían estado más que unas semanas separados. Ahora deberían estar meses o años sin verse. ¡Era demasiado!
—¿Me lo prometes? Di que me esperarás —insistió Samuel, acariciándole la mejilla con delicadeza.
—Sí, te esperaré —musitó al fin, con los ojos cerrados, demasiado triste para mirarlo.
—Te quiero, María. No lo olvides. Yo también sufriré al no estar contigo…
—¡Pues no te vayas! Quédate aquí —suplicó, antes de apoyar la cara en la mano cálida de él—. Por favor. No te marches.
—No voy a cambiar de opinión. Lo siento. Mañana me voy. Comprende que será algo bueno para los dos —susurró Samuel, disgustado—. No nos hagas esto, por favor. No seas niña.
—¿Que no sea niña? ¿Acaso tú te crees un hombre por pensar de ese modo? ¿Por querer salir en busca de aventuras? —espetó, furiosa. Se apartó de él. No podía seguir a su lado. Si permanecía más tiempo, diría algo de lo que después se arrepentiría para siempre. Le dio la espalda y emprendió el camino a su casa.
—María, no seas así. No nos despidamos de ese modo. —La alcanzó antes de sujetarla por el codo y detenerla—. Deja que me lleve tu sonrisa. Deja que sea eso lo que recuerde cada día y cada noche, hasta que nos volvamos a ver.
—No tendrías que imaginar nada, si te quedases aquí —le reprochó, dolorida—. No puedo. De verdad, no puedo. Me duele demasiado para sonreír. ¿No lo entiendes?
—Estás siendo tan irracional como…
—¡Irracional! —le cortó, rabiosa—. ¡Por el amor de Dios, Samuel! ¡Vete! Vete, si eso es lo que tanto deseas. Vete y no vuelvas —barbotó antes de alzarse las faldas y salir corriendo de regreso a su casa.
Ahora estaba allí, escondida. Agotada por no haber dormido en toda la noche. Alternando las horas entre el llanto y la furia. Arrepentida hasta el dolor por lo que le había dicho, pero incapaz de dar la cara y despedir a su amado.
El griterío de la gente subió de intensidad. El barco partía.
¡Virgen Santa! Tenía que verlo. Ver su cara por última vez.
Con decisión, montó a caballo y lo espoleó para acercarse a la dársena antes de que fuera demasiado tarde.

Entre lo dulce y lo amargo


Hola a tod@s:
Ya tengo la portada definitiva y la fecha de publicación. Saldrá el día 26 de septiembre de la mano de Ediciones B en su sello Vergara.
Os dejo la sinopsis para ir haciendo boca. Espero que os guste.

Se han amado desde niños, incluso imaginaron una vida juntos. Pero cuando el maestro confitero Samuel Boudreaux regresa a San Sebastián para casarse, después de seis años de ausencia, no es con María Aguirre con quien está prometido: ella ya está casada. Poco después de que él se marchara a Venezuela para perfeccionarse en el arte del chocolate, María contrajo matrimonio. Ahora trabaja junto a su marido en una confitería de la ciudad, y la llegada de su antiguo amor la llena de desasosiego. Samuel no le ha perdonado que lo traicionase con su maestro y mentor. Sin embargo, las circunstancias le obligarán a dejar su odio de lado…

La mirada del amor en El Corte Inglés


El Corte Inglés en sus ocho días de oro regala una antología de relatos por la compra de dos novelas románticas.

En La mirada del amor puedes encontrar relatos de Noelia Amarillo (La voz), Diana y Lorena Azpiri (La Torre), Anna Casanovas (4 horizontal: Roma al revés). Arlette Geneve (Bajo el cielo de París), Mercedes Guerrero (El pasado casi nunca muere), Nieves Hidalgo (Dime si fue un engaño), Ana Ituzgaiz (Tan lejos, tan cerca y Recuerdos olvidados), Gema Samaro (No te olvides de volver), Nalini Singh (La primera caníbal), Susana Wiggs (La novia prestada) y yo misma con Desde la biblioteca y El ladrón.

Espero que los disfrutéis.

Un abrazo,

Nueva reseña de Asedio al corazón


¡Hola!

Esta mañana me han sorprendido con una preciosa reseña de Asedio al corazón. Esta vez viene de mano de Leslie, en su blog Shadowy Kisses.
Muchas gracias, cielo, por estas dulces palabras. Me alegro un montón de que te haya gustado.

Os dejo el enlace por si queréis leerla: Shadowy Kisses: Reseña: Asedio al corazón

Entre lo dulce y lo amargo - fragmento


¡Hola!

Muchas personas me han pedido que cuelgue algún trozo de la novela que he terminado. Hoy he encontrado un ratito para entrar en el blog y cumplir ese deseo. Este es un fragmento del prólogo.

Espero que os guste.

Muchos besos.

María miró aquellos ojos, tan oscuros como el chocolate, debatiéndose entre asentir o negar la promesa. No quería que se fuera. ¡Virgen Santa! No podría soportar tanto tiempo lejos de él. Desde que se conocieron, de niños, nunca habían estado más que unas semanas separados. Ahora deberían estar meses o años sin verse. ¡Era demasiado!

—¿Me lo prometes? Di que me esperarás —insistió Samuel, acariciándole la mejilla con delicadeza.

—Sí, te esperaré —musitó al fin, con los ojos cerrados, demasiado triste para mirarlo.

—Te quiero, María. No lo olvides. Yo también sufriré al no estar contigo…

—¡Pues no te vayas! Quédate aquí —suplicó, antes de apoyar la cara en la mano cálida de él—. Por favor. No te marches.

Pilar Cabero - escritora

Pilar Cabero - escritora
Bienvenida amable lectora y también a ti, lector, a mi humilde casa. Elige un sitio para sentarte y ponte lo más cómodo posible. Sí, ese de ahí está bien. Deja las prisas fuera y disfruta del momento. Puedes quitarte los zapatos y arrellanarte en el sofá. Si tienes paciencia y esperas un poco, pondré algo de música para ambientar. Espero que pases un rato agradable y siéntete como en tu casa.

Puedes escribirme en: correo
Gracias por tu visita.

Traductor (Translate)