Allí estábamos, un par de libros y yo, esperando a que Marta nos leyera, sin atrevernos a decir nada. Durante dos días se limitó mirarnos cada vez que entraba en su salón, pero sin decidirse por ninguno de nosotros.
Yo empezaba a sospechar que no nos leería nunca. Sí, suena muy pesimista, aunque si vosotros hubierais estado allí, pensaríais igual que yo. Seguro.
La espera se me hizo eterna. Sabéis que, pese a los años transcurridos en la biblioteca, sigo sin tener paciencia. Un defecto muy grande para un libro…
Vale, vale, no os impacientéis; ya sigo con la historia.
El tercer día se sentó en el sofá y, tras echarnos un vistazo, me eligió a mí.
¡Qué pasada! Mis hojas temblaban, anticipando el momento en que, con suavidad, abriera las cubiertas y mirase en mi interior.
Cuando al fin lo hizo y quedé lujuriosamente expuesto a su merced, creedme: fue un momento sublime. Me costó lo suyo mantener las líneas en su sitio, sin que ondulasen como la cinta de una gimnasta.
Aún hoy, después de que han pasado varios días de eso, me sigo estremeciendo al recordar sus dedos rozando mis páginas. Su aliento calentando el papel.
¡Ay, me derrito de placer!
Tengo un par de hojas algo húmedas por sus lágrimas. Sí, lloró. Mucho. Uno de mis capítulos es especialmente triste y ella no lo pudo aguantar.
Sé que no lloraba sólo por mi argumento. Si bien empezó por ello, terminó llorando por sus propias vivencias. Me apenó no poder hacer nada por ella y limitarme a ser testigo de su desdicha. Aun eso, sé que le ayudó mucho. Fue una especie de catarsis, estoy seguro.
Después, cuando terminó de leerme, llamó a su padre.
Han quedado para comer en esta semana.
No sé vosotros, pero yo tengo muy buenas vibraciones.
Hasta otra.
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14 comentarios:
*o* Me ha gustado mucho el relato, es muy dulce ;)
¡Felicidades!
¡Muchas gracias, Bella!
Besitos
Esto se está poniendo muy interesante... A ver de qué quiere hablar con su padre, ¡espero que este libro le haya tocado su fibra sensible y Darío reciba una buena noticia!
Ay, Victoria, yo también lo espero.
De momento no queda otra que aguantar hasta que el librito parlanchín nos cuente más.
Besitos
Yo también tengo buenas vibraciones!! Si es que las Martas no podemos ser malas... doy un voto de confianza a la hija querida.
Cómo adoro este libro!!
¡Sí! a ver qué nos dice la próxima vez.
Besitos
¡¡ me he emocionado!! Haber si tiene un final feliz...
Un beso y cuando quieras pasate por el blog y lees lo ultimo que he colgado,
Un beso
Eso, eso, Anna, a ver si lo tiene.
Me pasaré por tu blog, no te preocupes.
Besitos
¡Corchos! ¡Qué me ha emocionado el librito de marras! ¡jejeje!
Muy bueno. Llega donde tiene que llegar: al corazón.
Un beso enorme, preciosa.
En unos día comemos juntas y charlamos, y charlamos, y charlamos... ¡jeje!
No queda nada, Ángeles.
¡Qué ganas tengo!
Besitos
Pues sí, se me han humedecillo los ojillos.
Este libro es un cielete.
Me alegro que te guste, Amber.
Es un poco cotilla, pero tiene muy buen corazón.
Besitos
Supongo que mi querido libro se meterá, por descuido, en el bolso de Marta el día que vaya a comer con su padre, ¿no? Porque yo quiero saber qué pasa en esa cita. Espero que su compañero sea un manual de estrategia militar y le ayude a encontrar una táctica apropiada para conseguir su objetivo.
¡A ver cómo sigue la historia!
Besos
No lo había pensado, doña María, pero no estaría mal que se colase en el bolso. Así nos podríamos enterar en "directo".
Sí, vendría bien que fuera una manual de estrategia militar. Todo lo que sea para que Darío y Dorotea terminen juntos.
Besitos
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