Perdido

Estaba pedido. ¡Sí, perdido! ¿Podéis creerlo?
Olvidado, sin leer y cogiendo polvo. Esa no era la idea que yo tenía de un préstamo. Pero estos días así han sido las cosas para mí.
Todo empezó hace un mes. Una lectora algo despistada (ya me habían advertido de eso mis compañeros de balda, aunque yo no les hice caso), me tomó prestado de la biblioteca.
Me llevó a su casa junto a tres libros, que había comprado ese día y nos colocó encima de una pila de revistas de decoración a la espera de ser leídos.
Unos días más tarde se presentó su hermana con su hijo; un bebé de dieciocho meses (lo sé porque ella misma lo comentó) inquieto y curioso.
Al niño enseguida le llamaron la atención los colores de las portadas de las revistas y comenzó a tirar de ellas para verlas mejor. En la lucha libros y revistas caímos al suelo. ¡Vaya batacazo!
Las dos mujeres se levantaron con presteza para recogernos y una de las dos, de una patada, me envió bajo el sofá.
Las vi recoger todo y volverlo a ordenar sobre la mesa. Esperaba que en cualquier momento se acordaran de mí y me sacaran de aquel lugar claustrofóbico. Pues no, no fue así. Se olvidaron por completo de que yo no estaba junto al resto de libros. ¿Cómo podían borrar de sus mentes una portada tan espectacular como la mía? Imagino que fue porque mi lectora le estaba hablando de un chico que conoció en el avión y estaba muy emocionada.
Durante días mi campo de visión se redujo a contemplar las punteras y talones de los zapatos. (Por cierto, si me estás leyendo, tu madre necesita llevar los suyos al zapatero para que le cambien las tapas).
No fue hasta que recibió una carta de la biblioteca recordándole que se le había acabado el plazo y que aún no me había devuelto, que no se acordó de que no me había visto.
Puso toda la casa patas arriba. Le vino bien para encontrar el número de teléfono del chico que conoció en el avión, y que creyó haber perdido. Y una lista con las propuestas para el nuevo año que escribió durante la Navidad.
Al final me descubrió solo y aburrido bajo el sofá del salón.
—Así que estabas aquí. Bueno, pues como ya no puedo evitar la sanción, esperaré a leerte antes de llevarte a la biblioteca.
¡Oh, por Gutenberg! Esa es la mejor noticia que he tenido desde que comenzó el año.
Ahora está sentada en ese mismo sofá, enfrascada en mi lectura y suspirando de vez en cuando por mis escenas, algo tórridas. Sus manos peinan cada una de mis hojas. Me acaricia con cariño.
Y yo… ¡¡¡¡¡ Soy feliz!!!!! ¿Qué más puede desear un libro?
Hasta otra.
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10 comentarios:

Miguel Angel Crespo 7 de febrero de 2009, 19:26  

Hay que ver... como fluyen las palabras, de una historia tan sencilla, y el matiz que le das, para transformarlo en un relato increíble... un saludo... eres genial.

Pilar Cabero 7 de febrero de 2009, 19:32  

Jajaja, muchas gracias, Miguel Ángel.
Llevaba mucho tiempo sin escribir nada en el blog y eso no podía ser.
Así que este libro romántico a querido seguir con sus memorias.
Besitos.

El Romancero de Joana 8 de febrero de 2009, 15:51  

Jajaja "¡Oh, por Gutenberg!", como me he reido con la expresión. Claro, que si Alatriste tiene su "Voto a Brios", ¿por qué no va a tener nuestro libro su propio juramento? A próposito, ¿no crees que ya va siendo hora de que se nos presente? Porque después de tantas semanas y aún no sabemos su título...

Pilar Cabero 8 de febrero de 2009, 16:04  

Jajaja, Joana, sí lo presenté.
Está en la primera entrada de Memorias de un libro romántico.

El libro se titula: La promesa y es de María Celada (Todo ficticio, claro).
Si lees el primer capítulo de Memorias... te lo dice y a demás te describe un poco su extraordinaria portada.

Si clickas en la etiqueta, te lleva allí.

Besitos.

El Romancero de Joana 8 de febrero de 2009, 16:32  

Ainsss, Pilar, no me mates, que la memoria no es lo mio [bueno, ni la cocina, ni la limpieza, ni el conducir]. Pero mira si tendré mal las neuronas que, cuando estaba en el cole, mi madre me daba un suplemento que se llamaba Fosfatín, y supuestamente te activaba la memoria. Si sirvo de conejillo de indias, ¡ya puedes deducir que no funciona!

PD: Oye, ¿se te ha ocurrido hacer una búsqueda Google de tu propio libro ficticio????

Pilar Cabero 8 de febrero de 2009, 16:39  

Jajajaja, Joana, no será para tanto.
Únete al club, que yo soy de las de memoria pez, jajaja

No se me había ocurrido buscar. De todos modos, cuando lo escribí, aún no tenía Internet y simplemente imaginé un nombre y un título.
Mira que si existe... jajaja
Besitos.

El espíritu inquebrantable 18 de febrero de 2009, 11:50  

Bueno, ya podía dar gracias de ser de una biblioteca y que alguien en algún momento lo reclamara... Porque si no... si esto pasa muchas veces, a mí me ha pasado unas cuantas, que ya no sé ni cuántos libros tengo. Pero el relato es bonito, y ese punto de escribirlo desde la versión particularísima del libro es original. Me ha gustado mucho; mientras subías el relato al blog yo andaba por Roma con un dolor de pies... Y se me ocurrió un relato, bastante parecido al tuyo; cuando tenga tiempo lo escribo, y a ver si lo puedo mandar a concurso. Un beso. Y perdona por el retraso en pasar por tu blog, que ya lo estaba deseando. Julia

Pilar Cabero 18 de febrero de 2009, 13:39  

Hola Julia,
Gracias por pasar por aquí.
Ya sabes lo que tienes que hacer con tu relato: escribirlo.
Ay, qué envidia... Roma.
A ver si algún día puedo ir.
Besitos.

El espíritu inquebrantable 18 de febrero de 2009, 16:02  

Pues ni te preocupes, que todo en la vida llega, TODO; si no este año, será el próximo. Yo ni me lo hubiera imaginado hace unos meses... Lo importante es no desesperar, y esto vale para todo lo que se emprenda, sea ocio o trabajo. EL QUE LA SIGUE LA CONSIGUE. Besos

Pilar Cabero 18 de febrero de 2009, 16:07  

Tienes toda la razón.
Besitos.

Pilar Cabero - escritora

Pilar Cabero - escritora
Bienvenida amable lectora y también a ti, lector, a mi humilde casa. Elige un sitio para sentarte y ponte lo más cómodo posible. Sí, ese de ahí está bien. Deja las prisas fuera y disfruta del momento. Puedes quitarte los zapatos y arrellanarte en el sofá. Si tienes paciencia y esperas un poco, pondré algo de música para ambientar. Espero que pases un rato agradable y siéntete como en tu casa.

Puedes escribirme en: correo
Gracias por tu visita.

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