Milagro en las bibliotecas


Hace tiempo que no os contaba nada. Espero que me perdonéis por haber sido tan desconsiderado.

Aquí, en la biblioteca, todo ha sido un caos. El expurgo ha durado más de lo esperado y, pese a saber que no seríamos destruidos —en el caso de ser elegidos para tan funesto fin—, hemos estado un tanto alborotados.

¿Cómo no estarlo? Poneos en mi lugar.

Pero bueno, no es de eso de lo que os quería hablar.

Con los cursos en marcha, hemos vuelto a la rutina. Los ancianos, que ya no tienen que cuidar de los nietos mientras los padres trabajan, han vuelto por la biblioteca y con ellos las peleas por los diarios.

El otro día oí comentar a una de las bibliotecarias que el recinto era milagroso. Yo también lo había pensado, no creáis.

Sólo hay que observar y vosotros también pensaréis lo mismo.

Os lo cuento:

Todas las mañanas, los ancianos van llegando con su característico arrastrar de pies, a golpe de bastón o de muleta. Un grupo de hombres y mujeres de andar despacio y algo quejumbroso. Pero todo eso cambia al cruzar el arco de seguridad de la entrada. En ese momento, sus pies parecen tener alas, el bastón se convierte en un arma para apartar a los incautos y el gesto de dolor cambia por un gruñido de guerra.

Los cojos, andan sin la ayuda del bastón; los que oyen mal, son capaces de captar hasta el más leve crujido del papel; lo que casi no ven, parecen haber adquirido los poderes de visión de Superman y localizan los periódicos del día en un Santiamén.

Atentos los del Vaticano, ¡es impresionante!

Estalla la guerra del diario. Todo vale con tal de alcanzar los apreciadísimos ejemplares.

Manos nudosas y artríticas, asen con extraordinaria fuerza el papel, en un tira y afloja, hasta que se declaran los vencedores o vencedoras.

Después, cuando los carraspeos de las bibliotecarias los llaman a comportarse con decoro, se establece el orden de los turnos y se hace el silencio.

¿Qué no me creéis? Pues os animo a que visitéis a primera hora cualquier biblioteca pública y luego me contáis.

Seguro que os lleváis una sorpresa.

Hasta pronto.

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Pilar Cabero - escritora

Pilar Cabero - escritora
Bienvenida amable lectora y también a ti, lector, a mi humilde casa. Elige un sitio para sentarte y ponte lo más cómodo posible. Sí, ese de ahí está bien. Deja las prisas fuera y disfruta del momento. Puedes quitarte los zapatos y arrellanarte en el sofá. Si tienes paciencia y esperas un poco, pondré algo de música para ambientar. Espero que pases un rato agradable y siéntete como en tu casa.

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